La pandemia y el posterior aislamiento han puesto de manifiesto las dificultades de acceso a las tecnologías digitales que sufren los autistas con niveles cognitivos más bajos. Mientras algunos usuarios han podido beneficiarse de formación, atención, apoyo y seguimiento online en sus domicilios, los excluidos del acceso a las tecnologías digitales han sufrido un aislamiento adicional, una desconexión con sus centros educativos y asistenciales y con los profesionales que les prestan atención y apoyo (desde centros de día, ocupacionales o/y asistenciales).
Estas barreras en el acceso a las tecnologías digitales tienen su origen (causas) en herramientas poco accesibles; falta de competencias, tanto del profesorado como de los usuarios con discapacidad y sus familias; metodologías poco adaptadas; y falta de recursos tecnológicos. Más concretamente, las herramientas digitales están diseñadas para la población en general, sin tener en cuenta las necesidades de los autistas con niveles cognitivos más bajos (niveles 1 y 2). Se requieren herramientas adaptadas desde la perspectiva cognitiva, que incorporen lectura fácil, pictogramas y recursos gráficos.
Situación similar en lo que respecta a la formación, el desarrollo de capacidades y las metodologías de atención online. Otro obstáculo importante es la falta de habilidades para el uso y manejo de las herramientas digitales (para la atención, acompañamiento y formación de los usuarios) por parte de los profesionales que los atienden: se requiere formación adaptada. Las personas autistas con niveles cognitivos más bajos necesitan mejorar sus habilidades digitales para utilizar los recursos y las tecnologías digitales. El apoyo y la formación de las familias también son esenciales. Además, muchas personas autistas y sus familias carecen de recursos tecnológicos para acceder de forma autónoma a recursos digitales como la formación online o la asistencia a distancia.
La pandemia del COVID-19 y las situaciones de confinamiento y aislamiento han puesto de manifiesto la existencia de una brecha digital incluso entre los propios autistas. Esta distribución desigual en el acceso y uso de las tecnologías de la información y la comunicación ha provocado que, mientras algunos usuarios pueden recibir formación y apoyo en sus domicilios a través de recursos digitales y tecnologías de la información y la comunicación, otros usuarios con niveles cognitivos más bajos, no han podido recibir este apoyo debido a sus dificultades de acceso a las tecnologías digitales. Es decir, son personas que han sufrido un aislamiento adicional por su desconexión total y absoluta con sus centros y profesionales de referencia, con todas las consecuencias negativas de esta situación en sus procesos educativos o formativos, en su desarrollo personal, en su calidad de vida y en la de sus familias, que se han visto un tanto desasistidas en tan complicada situación.